viernes, diciembre 21, 2007

IN MEMORIAM

José Arias Ramos

No una, sino muchas veces, he traído a recuerdo aquello que decía Leonardo da Vinci: Donde se grita, no hay ciencia. Y tal decir lo he emparentado con otro de Unamuno, a propósito de esa cada día más crecida ralea de quienes, aún a costa de traicionar lo mejor suyo, que es tanto como su propia humanidad –la de cada cual, preciosa y no fungible-, gustan de “distinguirse” por la vía del desgaire, del desgarro, del compás, del gesto, de la mueca, del énfasis.
Bien distinto de esos tales fue un hombre que, contando con talentos y gracias singulares, se entregó con soberana sencillez, con suave compostura, con inmaculado recato, a su oficio de jurista. Bien distinto de los engallados de turno, de los muy etiquetados y relucientes, fue el profesor ARIAS RAMOS, cuya muerte hemos de llorar los que todavía nos afanamos por evitar los hoy fáciles resecos del alma. Si, los que todavía creemos que es suprema manera de traición a lo bueno nuestro esa doble manera que ahora tenemos de enterrar a los muertos. Porque los enterramos en el hoyo y en el olvido.
Para esos creyentes, la pérdida del profesor ARIAS RAMOS será lamentada siempre. Nos faltará el precioso regalo de su sola confortadora presencia, de su exquisito porte llano, de su decir sencillamente docto. Nos faltarán su nuevo y luminoso escrito romanístico y su nueva y bien sentada jurisprudencia. Nos faltará el hombre que supo hermanar su humanidad con su ciencia, con la del Derecho.
Don José ARIAS RAMOS, burgalés de nacimiento, fue catedrático de Derecho Romano en las Universidades de Santiago de Compostela (1926-1940), Salamanca (1940-1943) y Valladolid (1943-1953). A lo largo de veintisiete años de vida universitaria realizó su labor extraordinaria en los ámbitos de la docencia y de la investigación. Proverbial es su fama de excelente expositor, de consumado maestro, de profesor que, a más de enseñar, instaba a amar la recia y castiza virtud de los principios enseñados.
En el aspecto científico, el profesor ARIAS RAMOS gozaba del más sólido prestigio. En 1940 salía a la luz su obra maestra, el Derecho Romano, que en 1966 llagaba a la décima edición (corregida con la colaboración de su hijo, el profesor Juan Antonio Arias Bonet, catedrático en la Universidad de Valladolid). Acorde con los más modernos planteamientos, la varia y distinta temática de este libro de instituciones es tratada con amoroso cuidado, rico saber y experimentada ciencia. Legiones de escolares han aprendido en este libro las fundamentales nociones jurídicas romanas.
Anterior al mencionado libro, y luego buen complemento suyo, es el Compendio de Derecho público romano e historia de las fuentes (1ª edición, Santiago de Compostela, 1932; 8ª edición, Valladolid 1968). Esta obra, con toda su obligada brevedad, ofrece una clara, precisa y conveniente visión de la constitución política romana, de los vehículos o instrumentos para la creación del Derecho, de la historia de la ciencia jurídica y, en fin, de las más importantes fuentes de conocimiento.
El profesor ARIAS RAMOS, al brindar a la ciencia romanística lo mejor de sus entusiasmados afanes, contribuía también a una obra de hispánico renacimiento. Si es cierto que a finales de los años veinte y comienzos de los treinta las cátedras españolas de Derecho romano contaban ya con profesores de singular formación, de bien pertrechados conocimientos, no lo es menos que fue él, el profesor ARIAS RAMOS quien ofreció por vez primera un libro de Derecho privado romano con entidad suficiente para poder reemplazar a los extranjeros que, vertidos a lengua castellana, venían utilizándose en nuestras Universidades.
“El judaísmo en el Corpus iuris”, en Boletín de la Universidad de Santiago, V (1933); La representación procesal en el Derecho romano, en el mismo Boletín (1936); Representación y “praepositio”, en el mismo Boletín (1941); La doctrina del riesgo de la compraventa romana, Barcelona, 1947; Precedentes supletorios de la “exceptio” en el procedimiento de las “legis acciones”, en el Anuario de Historia del Derecho Español, 16 (1945); “Advocati y Collegia advocatorum en la actividad legislativa justineana en Homenaje a Pérez Serrano”, 1 (1959); Los orígenes del contrato de sociedad;”consortium y societas” en Revista de Derecho Privado, 26 (1942); “La doctrina de la “conventio” y el origen de la hipoteca romana; en la misma Revista, 27 (1943); Un curioso cargo en la burocracia bizantina: el “quaesitor” en Revista de Estudios Políticos, 42 (1952); Apostillas jurídicas a un episodio numantino, en la misma Revista, 68 (1953); El transporte marítimo en el mundo romano, Valladolid, 1948 (Estudios homenaje a Ignacio Serrano), 1); En torno a la génesis del enriquecimiento sin causa, en Anales de la Academia Matritense del Notariado, 2 (1946); Fideicomisos y leyes caducarias, en Revista de Derecho Privado, 24 (1940); La compraventa en las Partidas, en Estudios del Centenario de la Ley del Notariado, 2 (1965), en colaboración con J. A, Arias Bonet: Notas en torno al “privilegium”, en la Revista de la Universidad de Madrid (1943).
En 1953, el profesor ARIAS RAMOS pasó a ocupar el cargo de Magistrado del Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso Administrativo). La muerte le sorprendió cuando le faltaban escasos meses para alcanzar la jubilación.
Tarea insigne fue la llevada a cabo por el profesor ARIAS RAMOS en su actividad de Magistrado. De su recio y docto saber jurídico queda buena constancia en el largo número de sentencias de nuestro más alto Tribunal de Justicia.
Desde esta Revista de Derecho Privado rindo mi homenaje devoto a la memoria de un HOMBRE. Así, con mayúsculas todas. Porque eso, nada menos que todo eso, fue el profesor ARIAS RAMOS, y en todo cargo –cátedra, magistratura- y en cualquier lugar y circunstancia.
Juan Iglesias

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