Fue Gonzalo el que hace tiempo me mandó una copia de la reseña de la boda de los abuelos Juan Manuel y María. Creo que es digno de leerla, así que la transcribo a continuación.
UNA BODA
La ceremonia de unirse ne eterno lazo D. Juan Manuel Arias, médico de Peral de Arlanza y la bella Srta. Dª María Ramis, celebrada el 17 en el pueblo de Palenzuela, revistió un carácter de brillantez y subtuosidad extraordinaria.
La novia vestía un riquísimo traje negro que realzaba su esbelta figura y el amplio velo blanco que la cubría, daba a su rostro, de nieve y rosa, un tinte poético que encantaba.

Nuestro querido amigo y correligionario D. Francisco María de las Moras, apadrinó a la gentil pareja al abrirse para ella las puertas de la felicidad, puesto que a la vicaría llegaban por la rosada y florida senda del amor.
La distinguida señora Dª Teresa Oviedo fue la madrina de los recién casados.
La Iglesia se trocó por un momento en delicioso jardín.
Lo embellecían con su hermosura las Srtas. de Arias (Encarnación y Nieves); Garcia de Inca (Elisa y Rosario); de Oviedo (Blanca y Victoria); Yanguas (Mariana); Ramos (Justa); Canillo (Julia y Abastasia); y las Sras. de Gallardo, Torres, Jiménez y otras varias, que son ornamento de la sociedad de Palenzuela y de Burgos.
Terminada la ceremonia nupcial, se trasladó la comitiva a la casa del padre de la novia D. Indalecio Ramos, reputado médico del primero de los citados pueblos, en donde se sirvió un esplendido banquete preparado por el Hotel París de Burgoa, durante el cual se desató un verdadero oleaje de ingenio y gracejo y de votos de felicidad de los nuevos esposos.
Entre el bullir del alegre Champagne brotaron de todos los labios brindis rindiendo culto ante el trono de la hermosura y la elegancia que ocupaban las damas a que nos hemos referido; sobresaliendo de entre aquél plantel de preciadas rosas la hermosa María, radiante de emoción por tanta muestra de cariño y de alabanzas en aquella fiesta, preludio de futuras dichas.
El sexo fuerte estaba representado por los Srs. Gallardo (D. Fernando), cura del Hospital de San Juan de Burgos, que bendijo la unión; Moras, (D. Francisco), Marín Fernández, Ramps Jiménez, Grijalbo, Rebollo, Avilés, Alarcia y otros que no recordamos.
Las horas se deslizaron rápidas y encantadoras entre la más culta alegría y los concurrentes se despidieron, ya avnzada la tarde, haciendo de nuevo protestas de cariño a los novios, y manifestándoles su deseo de que el sol de su dicha no se vea nunca eclipsado por sombras de infortunio.
Los amigos recién casados tuvieron muchos y valiosos regalos entre los que descuellan un aderezo de brillantes, de la madrina, lujosos trajes de seda y un magnífico aderezo, del novio, juego de café completo y estuche de cuchillos de mango de plata, del padrino, y además, de sus otros amigos recibieron: estuche de cuiertos de plata, rosario de oro, estuche de viaje, estuche plata de trinchante, paleta y cuchillo, dos ricas mantelerías, lámparas y arañas, vinagreras de plata, estuche de fumar de plata repujado, juego de té, album de peluche, estuche con una docena de cuchillos de plata, sombrillas y abanicos, servilleteros de plata, estuche, seis cubiertos de plata, pila de plata, alfiler de perlas, libro de misa con tapas de concha, una preciosísima Purísima de talla, palmatoria de plata, servicio de té y otros muchos de mérito artístico y de valor.
Nosotros enviamos de nuevo a los Señores de Arias nuestra felicitación y hacemos votos por su no interrumpida felicidad.
