jueves, octubre 05, 2006

Una anécdota de Eleana

Creo que todos sabemos lo detallista que era Eleana, y más cuando se trataba de contar una anécdota suya que era capáz de repetir cuantas veces fuera preciso.
En una ocasión tuvo que hacer una visita a su banco, en la Gran Vía de Madrid, para aclarar un asunto relativo a unas acciones de Telefónica que tenía a su nombre. El que llevaba las cuentas de clientes le dijo que subiera al tercer piso que es donde estaban los de "cartera". No le gustaba nada lo del ascensor, por lo que estuvo dudando al ver que además no había nadie que subiera con ella, pero por no volver se decidió, abrió la puerta del ascensor, tan antiguo como el propio edificio, y pulsó el botón del tercero. El cacharro se puso en marcha bruscamente y comenzó a subir. No soltó las manos de las manecillas de la puerta hasta que llegó al piso, así que cuando se detuvo se dió cuenta de que no podía abrir la puerta porque estaba ante un muro y no podía salir. Sin gritar demasiado empezó a pedir auxilio para que la bajaran de nuevo y oyó a alguien que le decía: "Señora, Señora, por aquí, por aquí", pero no entendía de dónde venía la voz, así que le dijo: "Pero cómo quiere que salga si no hay puerta". La voz seguía diciendo: "Por aquí, Señora, por aquí", y entonces notó que alguien le tocaba en la espalda. Se volvió asustada y pudo ver al conserje que sonriendo le decía: "Señora, es que la puerta está por aquí", y entonces se dió cuenta de que el ascensor tenía dos puertas, una por delante y otra por detrás para poder salir en diferentes pisos. "Es que sabes, como era un edificio que estaba unido a otro, había pisos que tenían el hueco del ascensor con las puertas enfrentadas...". Ella sabía reirse de sí misma, y le encantaba que sus hermanos, que la llamaban "Pizca", bromearan sobre su insistencia en aclarar lo que ya sabían de tantas veces como se lo había contado.
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